miércoles, 8 de junio de 2011

Espejismos

El sistema de vida tal cual está planteado hoy por hoy tiene la propiedad de ofrecernos realidades ilusorias que nos recrean la sensación de ser personas completas, llenas y felices cuando verdaderamente nos rodeamos de cosas, momentos, situaciones y hasta personas totalmente frívolas y superficiales. Por supuesto siempre hay excepciones a la regla, pero hablo de tendencias generalizadas (de las cuales muchas veces soy parte y vos también).

Y ahí estamos, preocupados por incrementar nuestros bienes y posesiones materiales (“compre ya! llame ahora!”), hacer negocios nuevos, mejorar nuestra posición en el mercado laboral/ comercial, hacer viajes frecuentes a lo largo del año para tener algo que contarles a los demás o para disminuir niveles de estrés que nos sobrepasan.

Otras personas quizás van un poquito más allá… se empecinan en tener una vida social cargada, en formar una “imagen de vida familiar”, y rodearse de personas para sentirse queridas y menos solas, cuando en realidad probablemente sepan poco y nada unas de otras sobre su verdadero ser interior. Todo se reduce a compartir “momentos”… es decir, coincidir en espacio y tiempo, hablando de temas superfluos y totalmente banales. No hay profundidad… (ni hablemos de los que comenzamos a formar una familia simplemente porque creemos que ya “nos llegó la hora” o que es una etapa más por la que nos toca pasar por “la ley de la vida”, sacrificando sentimientos y la posibilidad de forjar un vínculo realmente sustentado en una base de amor y apego incondicionales y perpetuos… es decir, resignamos otra vez lo verdadero por una apariencia de unidad y felicidad familiar). 

La tecnología de las telecomunicaciones ha contribuido en gran parte a esto, si bien no tengo una postura en contra de la misma porque es muy útil para infinidad de tareas (de hecho el problema no está en la herramienta en sí misma sino en el uso que se le da, el cual revela, en parte, lo que somos por dentro: aspiraciones, intereses, prioridades, escala de valores). Desde mensajes de texto escuetos que poco pueden decir sobre nosotros y que muchas veces son más los malos - entendidos que generan que otra cosa, hasta las redes sociales cuya función principal a mi entender es servir de una especie de galería o muestrario de logros personales y sociales, donde “yo muestro lo feliz que soy con mis seres queridos y amigos”, no con el objetivo de compartir algo, sino para mostrarme a los demás y convencer a otros y a mí mismo de “lo bien que estoy viviendo mi vida” (de hecho muchas veces son personas bastante poco conocidas las que uno va incorporando a su red  o gente a la cual en otras circunstancias, sin tecnología de por medio, no nos esforzaríamos demasiado por intentar contactar nuevamente o conservar ningún tipo de relación). De ahí la competencia por quién tiene más “amigos” agregados, la necesidad de vociferar a los cuatro vientos como si fuera un asunto de Estado, temas superfluos que corresponden a la vida privada o que son totalmente irrelevantes para los demás, y la obsesión absurda de estar sacando fotografías permanentemente para después poderlas subir y que todos vean mis viajes, mis fiestas… porque obviamente… YO soy el centro del mundo (o MI familia, conocidos, etc. , a quienes también exhibo como si fueran bienes o propiedades personales). Otra prestación bastante frecuente brindada por estas redes es la facilidad para poder ingresar en relaciones interpersonales (principalmente amorosas) que la mayor parte de las veces suelen ser transitorias y oscuras, lo cual no es de sorprender ya que generalmente los participantes de esa relación llegan a conocerse muy someramente. Esto explica por qué, según estudios y encuestas, la mayoría de la gente que participa asiduamente de estas redes (casi dos terceras partes) suele tener más de 25 años (de hecho en el 2009 el mayor porcentaje de crecimiento tuvo lugar entre mayores de 55).

Sirva también de botón de muestra una publicidad reciente de un conocido teléfono celular con nombre de fruta negra, en la cual se presenta al aparato como un instrumento sine qua non para poder sostener relaciones (explíquenme por favor qué tipo de relación importante se puede mantener por medio de un celular) y tener “historias histéricas” de coqueteo libre con los demás.

Lo más lamentable de todo es cuando se utilizan estos medios de comunicación social para aparentar que estamos teniendo en cuenta a quienes nos rodean y que nos interesa su bienestar, cuando en realidad sin el recordatorio automático que estos medios proporcionan ni siquiera somos capaces de retener su fecha de nacimiento. Y es así que se saluda a las personas y se les deja mensajes que parecen estar llenos de afecto y cariño... Nuevamente espejismos o ilusiones ópticas de sentimientos que deberían ser más profundos.

Así nos nutrimos de “apariencias”… de lo que les podemos mostrar a otros que tenemos. Nos “lucimos” con nuestras vanidades en una búsqueda desesperada por obtener reconocimiento social para alimentar nuestra individualidad… Sólo es una forma de “llenar baches o agujeros” en el vacío de nuestro interior. Y es curioso, porque habitualmente el individuo se ase de mecanismos a priori "sociales" o colectivos, como los  antes mencionados, para reafirmar su ego y lograr una especie de auto - satisfacción (hasta ciero grado obviamente) personal.

En realidad nadie lo hace con intereses o motivaciones malas en sí mismas o egoístas… solamente somos inconcientemente víctimas de un sistema que nos hace creer que la felicidad y el disfrute está en lo temporal, perecedero, carnal y superficial. Placer instantáneo… que así como llega se va y no deja nada perpetuo a su paso. Nos obsesionamos cada vez más con "divertirnos" pero sonreímos cada vez menos durante el día. Hacemos todo mecánicamente, como marionetas movidas por un titiritero (una mano negra quizás?). Nuestra vida trivial parece tener escaso sentido…

Lo espiritual no tiene lugar… sólo la ligereza de lo insubstancial.Y sí, hay que reconocer que la tentación de dejarse seducir por estos alicientes suele ser muy intensa. Prácticamente nadie está exento.

El mundo de lo significativo se está derrumbando… Importa el hoy… el mañana parece no preocuparle a nadie. Después de todo nos morimos no? No importa si dejamos un halo de destrucción en nuestro planeta o en las generaciones que vienen (hablo irónicamente).

La frivolidad sólo puede dejarnos futilidad en la posteridad (aunque suene como un versito)…

Muchas veces, es cierto, tan sólo son escapismos de una realidad que nos supera y desgasta por dentro y por fuera; tentativas desesperadas para canalizar frustraciones. Otras veces tan sólo buscamos formas de trascender nuestro ser y proyectarnos. Pero por sobre todo, es un permanente intento por luchar por nuestra supervivencia. Y en aras de ella, estamos dispuestos a todo… incluso a renunciar a la posibilidad de dejarle a los demás un legado más contundente y perdurable. De ahí que muy pocos se preocupen en usar tiempo, recursos y energías para hacer algo productivo por otros (ni hablemos de construir una sociedad mejor). La figura del individuo se pondera a expensas de la dilución de la figura de humanidad, devorándosela de a poco. Importa más que sobreviva un espécimen que la supervivencia de la especie, en términos evolucionistas??? Porque al parecer eso es lo que nos importa… vivir MI vida como me hacen creer que es mejor. Quizás el primer paso para revertir esto sería auto-evaluar nuestro estilo de vida, forjar vínculos sólidos, duraderos y profundos esforzándonos por ser un poquito más altruistas (aunque tengamos que relegarnos momentáneamente), tratar de comunicarnos más y mejor volcando lo que verdaderamente somos por dentro hacia otros, pensar en las necesidades reales (materiales, emocionales, espirituales) que puedan estar teniendo los demás y ver qué podemos hacer nosotros por ellas, y hacer una introspección para llenar nuestra esencia (no nuestro ego) de cosas profundas y constructivas. Pero ese es otro tema que también da para hablar…

1 comentario:

Mala Prensa dijo...

No es nuevo esto de vivir según las apariencias y las "reglas" impuestas por la sociedad del momento. Lo que quizá si sea novedoso, es la forma de relacionarnos (vía redes sociales), y la degradación social que esto produce. La frivolización de dichas relaciones hace que todo sea banalidad y forma de entretenimiento vacío. No nos importa realmente conocer al otro, cómo piensa, qué le preocupa, mientras nos sea funcional a nuestras necesidades de esparcimiento. Resulta obvio que esta manera de actuar en sociedad solo puede llevarnos a la soledad.
Por otra parte, no debemos olvidarnos que lo que somos y lo que aparentamos ser, son parte de una misma cosa. Son aristas distintas del mismo individuo. O sea, no podemos separar las esencia de la apariencia, forman un conjunto, muchas veces contradictorio, que integra una totalidad.
Maneras de cambiar la situación hay varias, un primer paso es la toma de conciencia y generarla en los demás. Aportar desde nuestro lugar para que las cosas sean distintas. Como decís vos, construir relaciones solidas en base a sentimientos genuinos. Sincerarnos con nosotros mismos, y con los que nos rodean. Dejar de tener una óptica egocéntrica, y pasar a preocuparnos más por los aspectos sociales.
No es necesario realizar planes grandilocuentes, comenzar por las pequeñas cosas esta bien.