jueves, 28 de julio de 2011

Muda...

Una vez más, ante el intempestivo curso de la vida. Nos sumergimos entre sombras que aparecen sólo para súbitamente desdibujarse y dejarnos sin contornos.

Nos subimos a esa montaña rusa que nos lleva a la cima del deleite… llenos de sueños, ansias, ilusiones… para después caer estrepitosamente a un vacío perpetuo que se apodera de nosotros, que nos sacude y revuelve nuestro interior.

Finalmente, vomitamos aturdidos angustia y frustración, aunque sea por unos instantes, mientras interrogantes sin contestar se pasean plácida y alborotadamente por nuestras mentes desordenadas.

Sé que la vida te traerá de vuelta a mí de diferentes maneras; tengo tu fotografía en mi retina: vivaz, alocada, alegre y cariñosa. Seguirás siendo mi fiel compañía en cada instante, regalándome toda tu ternura y complicidad.

Lo peor?? Hubiera sido nunca tenerte…

Hoy me queda ese sabor agri-dulce, y aunque en tu luminosa ausencia no pueda pronunciar palabras y ellas se escondan en el agujero sin fin de las explicaciones, sigo mi camino sonriendo por las dos.

lunes, 18 de julio de 2011

Día del Amigo o Día del Careta?


Antes que nada quiero aclarar que no es mi intención ofender a nadie, sino solamente dar mi opinión sobre algunas actitudes generales… cada uno puede hacer lo que le plazca; no juzgo acciones ni personas. De hecho, muchos probablemente no van a compartir mi postura ni se van a identificar con ella. Como siempre, es sólo un enfoque. Rebelde? Extremista? Puede ser…

Como todos saben, el próximo 20 de Julio es una fecha observada por mucha gente en nuestro país, conocida públicamente como “El Día del Amigo”. Digo en nuestro país, porque en otros la fecha elegida es una diferente. En el caso de Argentina, se eligió ese día por ser aquel en el cual el hombre pisó la luna en el año 1969; a lo cual no le veo una profunda y directa relación con el concepto de “Amistad”.

Lejos de ser una persona adusta, estoy a favor de que la gente se reúna, se divierta y comparta momentos gratos con sus seres queridos, que haya un espíritu alegre, que se festeje la vida… me parece que es una de las mejores cosas que tenemos como seres humanos.

Ahora bien, hay 3 aspectos que quisiera rescatar y que tienen que ver, no sólo con esta fecha en particular, sino con la observancia de diversas celebraciones en general.

En primer lugar, y en esto quizás sí más de uno va a coincidir, ésta no es más que otra de las formas y excusas que utiliza nuestro sistema capitalista para promover el consumo (sí, te cuento que el sistema económico te esclaviza y es uno de los más tiránicos… creías que eras un ser 100% libre, capaz de tomar tus propias decisiones?? Vas a tener que reexaminarlo). En estos días claves del año llueven ofertas de todo tipo, los bares, restaurantes y demás lugares de reunión se hallan atestados de gente, las líneas de telefonía se saturan, y pululan las publicidades y todo tipo de estrategias comerciales por doquier, lo cual logra imponer a los consumidores un “deber” de adquirir productos y realizar paseos con el fin de “reconocer con justicia la amistad de sus verdaderos amigos”… casi en la forma de obligación imperiosa. Ojo! no se puede responsabilizar 100% a la gente por esto… la industria marketinera se lleva una gran porcentaje de cargo en la iniciativa (y también un gran porcentaje de la torta en término de ganancias comerciales). Pero, quizás estaría bueno que nos detengamos un poco a analizar los motivos e intenciones que nos llevan a adquirir e incorporar ciertas conductas (ya sea a nivel individual como social), incluso al tratarse de conductas de consumo… ya que no podemos limitarnos a actuar como autómatas o títeres dirigidos por “la mano invisible” de Adam Smith o por las convenciones sociales. No deberíamos temer disentir, o actuar diferente si tenemos nuestras razones para hacerlo. Masificarnos sin considerar un mínimo de lo que hay detrás de nuestras acciones, no sirve de mucho a nivel constructivo. Cada uno puede hacer lo que quiera, siempre y cuando tenga en claro y sea plenamente conciente de los motivos e intenciones que tiene para actuar de tal o cual manera. Muchas veces no importan tanto nuestras acciones en sí, sino lo que hay detrás de ellas; ya que realizarlas en forma mecánica o dejarse arrastrar por la corriente hace que nuestros hechos queden un tanto vacíos de significado.

En segundo lugar, llamar a alguien “amigo” es realmente un sentimiento, que nace como consecuencia de una relación estrecha y profunda, totalmente desinteresada e incondicional. Por lo cual, esperar a una fecha para hablar con ese “amigo”, para regalarle algo como muestra de aprecio y porque sabemos que lo puede contentar, para decirle que lo queremos y que realmente valoramos que esté a nuestro lado, para visitarlo, para compartir un momento ameno o sencillamente para saber cómo está y recordarle que puede contar con nosotros… me parece un tanto forzado (de hecho le resta una gran parte de la emoción que tiene que ver con el factor “sorpresa/ espontaneidad”). Esas cosas brotan por sí solas en cualquier momento… no se pueden predeterminar o circunscribir y sujetar a un día en particular. Tampoco nos acordamos naturalmente de todos nuestros amigos a la misma vez… dado a que cada uno es diferente y con cada uno tenemos una relación individual bajo determinadas circunstancias; por lo cual no se pueden arbitrariamente tomar como un conjunto, ni probablemente el trato sea equivalente en ciertos aspectos, como por ejemplo las muestras de afecto y cariño. Y no por eso son más o menos Amigos… Por otro lado, no me deja de parecer poco sentido (por no decir hipócrita) que alguien no sepa de mí durante el año y sólo me llame o me quiera ver en esa fecha (y se ofenda si eso no sucede). Me parece que la genuina amistad se demuestra permanentemente y está más allá de eso…

Y justamente con esto tiene que ver el tercer aspecto. No faltan los que confunden amistad con compañerismo o conocidos… estaría bueno que nos detengamos un poco a reflexionar en el verdadero significado de la palabra “amigo” y lo que esto implica. La amistad es una relación de compromiso, que encierra un grado de responsabilidad de estar para el otro de manera incondicional, y apoyarlo, estemos de acuerdo o no con su manera de pensar y actuar. Un verdadero amigo despliega comprensión y empatía, está siempre listo para escuchar y perdonar, para tender una mano y aconsejarte si lo cree necesario (e incluso disentir sin temor a ser rechazado)… puede compartir tus lágrimas y sonrisas, puede sentir lo que vos sentís en su propio interior: si estás triste, contento, desconcertado, decepcionado… un amigo te despierta respeto, admiración, orgullo por las cualidades y virtudes que le descubrís. Un amigo conoce tu peor miseria porque merece toda tu confianza… Éstas son algunas de las cosas que yo siento por mis amigos; seguramente vos estés pensando en muchas otras. Pero básicamente la amistad es eso: una relación donde uno se brinda por completo al otro. Me gustaría invitarlos a reflexionar un poco en qué implica ser amigo de alguien y auto-examinarse para ver si podemos mejorar cada uno personalmente en nuestro rol de amigos. Y cuando se te crucen esas personas por la mente, no esperes a un día en especial para hacérselos saber y demostrarles que los valorás y querés… HACÉLO HOY!

Ahora cuando llegue el 20 de Julio acordáte que lo que cuenta, no son tus acciones en sí mismas, sino la motivación que tenés para llevarlas a cabo. Y estoy casi segura que en algún momento, por alguna razón o circunstancia (por el saludo de alguien que no te esperás o que te parece “colgado” para la ocasión, por algún reproche de alguien o por algún hecho que vivas) en algún punto vas a coincidir con aunque sea una partecita de estas líneas y vas a pensar: “después de todo, ésta está loca pero no tanto como pensaba…”

lunes, 11 de julio de 2011

Who Wants To Live Forever?

La vida, se nos escurre entre manos?



Y la respuesta que le daríamos a Freddie es: TODOS, seamos concientes o no de este hecho; y aunque incluso no lo reconozcamos abiertamente o lo neguemos, en el fondo de nuestro interior sabemos que es así…

Desde épocas ancestrales la humanidad ha intentado hilvanar conclusiones alternativas ante la certeza poco halagüeña de que la muerte es el fin de nuestra existencia. A raíz del post en el blog de un amigo y colega, me puse a reflexionar un poco más en esta cuestión, lo cual a su vez me llevó a dedicarle más atención a cómo este deseo humano inherente se refleja en multitud de disciplinas como el arte y la literatura, la ciencia, la medicina, la tecnología y obviamente, la religión. Pero también en lo que hacemos en nuestra vida cotidiana.

Es inquietante... ¿Por qué nos cuesta comprender, al punto de que no nos entra en la cabeza, que algo no tenga principio o un punto de partida (como el concepto de plano o de recta) pero sí podemos entender con, relativamente, bastante más facilidad el concepto de algo que se proyecte hacia el infinito (como la noción de semi- recta o los números reales)? Por lo menos personalmente, siempre tuve esa sensación de ser capaz de comprender lo segundo, mas no así lo primero. ¿Por qué nos cuestionamos hacia dónde vamos o qué hay más allá de...??  Por qué la preocupación recurrente por intentar conocer y explicar un futuro póstumo?

Lo más sorprendente es el gran abanico de variantes que se abre sobre la cuestión de “sobrevivir” a la muerte, ya sea literal como simbólicamente. Y en este último caso, me refiero a la posibilidad que barajamos y perseguimos de dejar en nuestra sociedad un legado o una huella de nuestro tránsito por el universo, tanto en la forma de descendencia como plasmando nuestra esencia y manera de pensar a través del arte, escritos, documentos, obras y acciones varias (quizás sociales, artísticas, edilicias, ecológicas… todo tipo de creaciones ideológicas y/o manuales). Todas formas de satisfacer esa necesidad intrínseca de inmortalizarnos, de decir “yo estuve acá”, mi individualidad. Me refiero en parte al famoso “tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro”… Al fin y al cabo, somos todos seres singulares, que como tales, buscamos dejar nuestra particular e individual impronta. Nos negamos a pasar inadvertidos o a dedicarnos a “contemplar la vida en sí” como si fuera una proyección cinematográfica ajena a nosotros. Necesitamos formar parte, tomar cartas en el asunto llamado “EXISTENCIA”. Nadie en su sano juicio quiere ser un simple espectador o quedarse cruzado de brazos, más allá de que todo ser humano tenga momentos o épocas de altibajos emocionales o mentales que le limiten o hasta impidan la acción (por eso dije “en su sano juicio”); quizás depresión o alguna otra enfermedad psíquica, experiencias traumáticas, alguna situación desesperante, una enfermedad terminal… Todas variables que quizás temporalmente (en casos extremos pueden llegar a ser permanentes pero no es la norma general en condiciones corrientes de vida) pueden socavar este deseo. Incluso aquellos que llegan a una decisión cúlmine como el suicidio, generalmente lo hacen con el alivio que les brinda pensar que algo mejor les espera o que parte de su ser seguirá existiendo, proyectándose en su familia, afectos… De ahí que muchos recurran a dejar cartas o notas con sus últimos pensamientos.  Es decir, esta búsqueda es tan humana como nosotros mismos. Queremos que nos recuerden, que nuestras acciones nos hagan perdurar en la posteridad. Algunos le dan a esto una utilidad positiva y otros no tanto. Eso depende de otros factores que no es mi intención aquí tratar y que probablemente nadie tenga derecho a juzgar.

El Reloj Blando de Dalí
Yendo a la parte un poco más literal del asunto, solemos sentir muchas veces el paso del tiempo como un fantasma que nos acosa para anunciarnos que nuestros días se van reduciendo… Es así que contemplamos fotografías (tanto reales como las que toma nuestro cerebro en la forma de “recuerdos”) con un dejo amargo de melancolía, como millones de imágenes sepia que se apoderan de nosotros, por el temor de que nunca más se reproduzcan ante nosotros y el universo se vaya cerrando sobre nuestras narices. Nadie quiere partir ni despedirse de este mundo… hay miles de casos de seres que se aferran y luchan por un último aliento; algunos que “gritan” incluso desde el silencio de un estado vegetativo. Y en caso de que debamos partir, lo hacemos sólo bajo el consuelo, y sosteniendo internamente y a toda costa la premisa de que una existencia ulterior y mejor nos aguarda.

Profundizando un poco más sobre este aliciente de “vida después de la vida”, encontramos multitud de alusiones sobre esta esperanza... elíxires para la vida eterna, conjuros mágicos, leyendas de dioses inmortales... La frase final de nuestros cuentos infantiles es "y fueron felices POR SIEMPRE", cuando bien sabemos que hasta los príncipes y princesas se encaran al mismo triste destino que compartimos todos los seres humanos; nos cuesta mucho trabajo y dolor tener que admitir y explicarle a nuestros niños la dura y difícil realidad de la muerte.

Nos topamos con esta esperanza de vida eterna desde los egipcios (con sus prácticas de momificación para preservar la vida futura de los individuos, y ritos de adoración para aplacar a los espíritus difuntos vivientes en “el otro mundo”) hasta los griegos (cuyos guerreros libraban batallas en pos, por un lado, de labrarse un buen nombre y de ser recordados por su honor y valentía, y por otro lado de alcanzar la feliz inmortalidad “en otra vida”, como los héroes y dioses de sus mitologías). Algo que también se repite en los guerreros orientales e indígenas americanos. Así es, estas ideas recorren toda nuestra historia y trascienden toda barrera geográfica y religiosa, auque lógicamente con algunas reformas y variantes… De hecho, es digno de destacar que hayan surgido todas simultáneamente entre territorios y pueblos que ni siquiera se conocían entre sí ni tenían algún tipo de contacto. Nuevamente, parece ser que el deseo de perpetuarse y de alcanzar la eternidad de alguna manera es propio del hombre en todo lugar y época histórica.

Pero algo que muchas veces se pierde de vista, es que también ramas de la ciencia y la tecnología, como la biogenética, y el desarrollo de inteligencia artificial, son nuevas y más modernas formas de buscar la prolongación de la propia existencia, aunque sea en una alteridad, y entonces poder abrigar alguna perspectiva de vida futura. Así, mientras muchos actualmente esperan que la misma continúe después de la muerte en un universo o plano espiritual, y otros esperan que su esencia reencarne perpetuamente en diversos seres vivientes, tenemos a otros tantos que tienen la esperanza de que sus células con su cadena de ADN, que los hace seres únicos e individuales, puedan ser reparadas o reproducidas en una réplica de ellos mismos, y muchos otros anhelan y consideran más plausible la posibilidad que su mente, con toda su estructura de relaciones y conexiones químicas, en algún futuro pueda ser portada por una computadora o un robot. Todas formas alternativas de vida para sobrevivir a la muerte… Después de todo parece ser que estamos “programados” como por un software interno para satisfacer esta necesidad, la cual nos diferencia como especie de otras, por ejemplo de los animales[1]. La pregunta ahora es nueva y rotundamente la de siempre: ¿por qué? Suena bastante cruel y paradójico que seamos una especie con la capacidad de razonar sobre estos asuntos y de interpelarnos, y sin embargo tengamos tan pocas respuestas para resolver estos enigmas, ¿no es así? Te reitero, ¿por qué? Ésa, la dejo en tus manos…



[1] No me refiero acá al instinto de supervivencia, el cual obviamente es común a todos los organismos vivos. Más bien me refiero a la búsqueda de sentido sobre nuestra propia existencia y a la proyección de una forma de vida futura, como alternativa para sortear el escollo de la muerte.

miércoles, 6 de julio de 2011

Tarde otoñal en Buenos Aires

Otra tarde amarilla sobre la Avenida 9 de Julio. Mengua la tibieza de un extenuado sol de Abril. Un enjambre de millones y millones de almas dirigiéndose a sus hogares luego de una agotadora jornada laboral como millones y millones de peces huyendo despavoridos y en todas direcciones de la amenaza de las despiadadas redes.

Un joven y una joven caminan tranquilamente, alienados del caos de la realidad urbana. El mundo es sólo para ellos. Se miran deseando que ese segundo sea el principio de una infinita línea de tiempo en un universo que sólo ellos conocen, y que, a partir de entonces, planean construir. Atrás han quedado las murallas derruidas de sus sueños abandonados. Desnudos ante sus respectivos ojos, se han despojado de las andrajosas prendas de su pasado para emprender una marcha hacia ningún lugar… profundamente consternados pero con el júbilo de ir en búsqueda de lo hasta entonces inexplorado. Azorados, voltean para mirar la sombra de lo que fueron, que se cierne impetuosa y engreída sobre sus espaldas. Con una mezcla de melancolía y tristeza por lo que se deja, y gracia y curiosidad por lo que se viene, divisan por delante un camino lleno de incertidumbre y expectación. Pero al bajar la vista, ella encuentra sobre el adoquín un bollo de papel plateado con la impresión de un pentagrama. Es una sencilla melodía en Do Mayor. Mientras la figura de la joven pareja se recorta sobre el fondo de un ocre estelar, por fin saben que han encontrado la respuesta: la única y absoluta convicción de que por fin llegó el momento de tomar una decisión.

viernes, 1 de julio de 2011

Intitulado I

Alguna vez te sentiste como un cristal refaccionado… que habiéndose hecho añicos, alguien se ocupó en juntar los pedacitos y pegarlos delicadamente unos con otros?? Y recuperaste la forma… Pero… pero al escurrirse el pegamento entre las uniones quedás bastante más opaco… y extrañás cómo lucías antes, siempre brillante y en todo tu esplendor… y qué decir de las grietas… si alguien te mira con detenimiento ahí las va a encontrar. Y vos tenés miedo de que entonces no puedas cautivar a nadie más con tu belleza, y añorás la hermosura que irradiabas en el pasado y que ahora perdiste… y sentís firmemente que los que pasen frente a la vidriera que te habían visto anteriormente, se lamentarán por tu rotura y tu disminuida luminosidad. Y si alguien pese a tus marcas, decide igual llevarte consigo, tu valor se ha depreciado… no volverás a ser una joya onerosa y lujosa. Quizás sólo una oferta interesante para no desaprovechar.

Así somos… seres tan frágiles y vulnerables. Expuestos a todo tipo de contingencias… y eventuales. Víctimas de nuestra propia sensibilidad. Las lágrimas derramadas a través de los años recorren nuestra transparencia. La vida y el tiempo nos dejan su huella, a veces nos sacan lustre y nos facetan para que reflejemos lo mejor de nosotros… y cómo resplandecemos!! Emana de nosotros una luz deslumbrante... y a veces… a veces… creo que un simple suspiro describe mejor lo que quiero decir. Después de todo, somos eso, un simple suspiro, por momentos al borde de perder la cordura. Enajenamos sueños por monedas de ínfimo valor, cuando en realidad sabemos que no entendemos de lógica ni de razones. Pretendemos explicar lo inexplicable… conocernos, cuando somos piezas intrincadas.

Sólo puedo decirte que lo único que está a nuestro alcance es hacer un esfuerzo, pese y contra todo, para nunca dejar que el brillo, mucho o poco, se extinga…