Buscas enterrarme en tu sigilosa trampa
Sacudiéndote orgulloso el polvo de tu anchurosa espalda.
Mas quisiera que te esfumaras de la mortal alba
Sin la oportunidad de sentir nada.
Ya desearías callarme con tus venenosas palabras,
Flama que aviva peligrosas ansias,
Y que me escape de tus garras no te da gracia;
Ya no tienes a quien encadenar a tu penosa estancia.
Vives una realidad de la razón tan lejana!
Pero te glorías de tu perspicacia,
Como si victoriosamente la conquistaras.
Como si la pretenciosa y altiva sabiduría apenas rozaras.
Y aunque alto remontaras con tus efímeras alas,
Estrepitosa será tu caída e inesperada.
La belleza ajena te será vana
Y la honra del ser, negada.
Pobre desdichado! Caes en tu propia emboscada!
Cincelaste una vida que nadie reclama
Te aprisionaste a una pintura sombríamente dibujada
Y tan escasamente preciada.
Ya quisieras a mí también subyugarme a tu miseria adornada
Pero no me vestiré de fiesta para sentirme avergonzada.
Que me juré esta vez el buen juicio no me quitaras
Ni mi alma me robaras...
1 comentario:
Realmente contagia esa pasión (¿un poco de bronca quizá?) que emana de estos versos. Es valioso como una forma de poner a la mujer en el lugar que se merece, y al hombre también (marcandole límites claros).
No creo que deba entenderse como una generalización de genero, sino más bien como un compendio de situaciones personales (y no tanto).
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