Volví a escribir porque lo estaba
pidiendo a gritos (literalmente)… siento
que el diálogo se está muriendo y que cada vez es más difícil entender y
hacerse entender… increíble en esta era de la “comunicación”… Me resisto a
creer que las personas perdieron el interés en expresarse y opten por quedarse
calladas por comodidad… Me resisto a creer que pierda valor la palabra cuando
es algo intrínseco y que nos define como seres humanos… que el diálogo sea
visto como algo inútil cuando es lo que nos aglutina y nos acerca como
comunidad. Me niego a que mirar para el otro lado y hacer la vista gorda en
silencio sea práctico para tanta gente... que las voces no resuenen ante la
indignación y las injusticias, y nos adaptemos a lo impensable... Que seamos
incapaces de replantearnos valores, y códigos… y que después de tanta lucha y
sangre derramada, cada vez seamos más sumisos al sistema, a lo que nos dicen o
a lo que nos quieren imponer. Qué costo estamos dispuestos a pagar por una aparente
y superficial paz?? Cuánto puede durar??
Cuando el desacuerdo nos enriquece y de repente es visto como enemigo, nos cavamos nuestras propias tumbas... cuando no sabemos disentir y no sabemos llegar a un acuerdo... cuando creemos que comunicar cae en saco roto y nos alienamos en nosotros mismos... es realmente una atractiva trampa.
Expresarnos no es solamente un desahogo o una terapia personal.
El valor de la palabra siempre
fue el cambio… lo que nos hace mejorar, superarnos, aprender y progresar, individual y
colectivamente… lo que nos une con nuestros seres queridos, con quienes muchas
veces es más difícil empatizar que con simples extraños… El valor de la palabra…
es lo que se está derrumbando, y por ende todo lo construido sobre eso…
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