martes, 3 de marzo de 2015

Primera y Adelante...

Hay fantasmas que vuelven recurrentes veces para atormentarnos… hacen que sea duro levantarse, sacudirse y mirar para delante con la frente en alto. Es difícil lograr la auto redención, hacer las paces con uno mismo y dejar atrás los viejos demonios que nos acosan en nuestro intento por seguir nuestra marcha.

A veces hay que lidiar con los cadáveres del pasado… pequeños y molestos restos bastante viejos y gastados pero lo suficientemente enteros para encarnarse como una espina y causar dolor. Otras veces hay que reconocerse a uno mismo en la infamia más baja e increíble… en extremos impensados o donde visualizarnos resulta casi repugnante. Pero hacer la vista a un lado, si bien resulta muy tentador, no puede más que dejarnos despojados de nuestra propia autoestima y dignidad. Es un trabajo personal… nadie puede hacerlo por nosotros, por mucho que nos amen… Otros pueden ver en nosotros lo que podemos llegar a ser, y sin dudas, es muy reconfortante… pero sólo quedará en términos potenciales si uno personalmente no pone manos a la obra, dejando a un lado la seductora y cálida auto compasión, que se convierte en una colonia de termitas capaz de destruir totalmente las bases de aquello que queremos construir, antes de haber empezado siquiera a poner el primer ladrillo.

Es imposible asirnos de lo nuevo sin soltar el bagaje de frustraciones, errores, dudas, decisiones que traemos del pasado. Estar constantemente mirando para atrás no nos deja avanzar… pero ignorar lo que somos o negar la valija llena de preguntas espiraladas que traemos y se incrementa con los años, no nos deja ir en pos de lo que queremos lograr, ser y hacer… Y es que para soltar; primero hay que resolver. Huir jamás será la respuesta.

A veces sentimos que abrimos una puerta, miramos lo que hay atrás, lo analizamos, entendemos… cerramos… Pero detrás se abren cinco puertas más… y nos sentimos atrapados en un laberinto donde el final parece cada vez más distante.


Y es que este trabajito… este proceso… es algo constante en la vida de una persona. Nos acompaña a lo largo de toda nuestra existencia. El asunto está en asumir que esto es así, hacerlo de la mejor manera y no olvidarse de lo principal: VIVIR. Es decir, podemos continuar con este esfuerzo de auto superación sin que esto nos paralice, nos deje inmóviles o nos encierre en una agujero negro donde el aire se torne denso e irrespirable. Quedarnos en un lamento perpetuo no hace más que agobiarnos y dejarnos sin fuerzas. Más bien se trata de forjar una línea paralela en nuestro recorrido hacia delante… una banquina que hay que respetar y usar cuando surge la necesidad… Es lo que finalmente nos permitirá seguir nuestra marcha con el motor en condiciones para poder disfrutar sonrisa en mano de nuestro intrigante paseo.

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